La computación en la nube (o Cloud) ofrece aplicaciones rentables, económicas y fáciles de usar. El Cloud conoce un éxito creciente y las posibilidades que aporta este nuevo paradigma parecen sin fin y ofrecen al usuario una comodidad nunca vista. Gartner predice que de aquí a 2020, el ingreso proviniendo de los proveedores de IaaS y PaaS va a alcanzar 55,000 millones de USD (y superar las ventas de servidores). Las ventajas son múltiples:
Pero ojo, no significa que la transición hacia la nube se puede hacer de manera tan sencilla. Adoptar el Cloud, es también aceptar hacer esfuerzos importantes y cambiar su manera de ver las cosas en principios fundamentales de la computación, a veces de los más sensibles. La seguridad es parte de los temas más críticos cuando se trata de sistemas y el Cloud vino a perturbar fuertemente las costumbres y maneras de trabajar.
De manera nativa, la nube ofrece ventajas significantes cuando se trata de seguridad:
Sin embargo, unas de las primeras objeciones que escuchamos cuando empezamos a hablar de nube es la parte de seguridad. Con razón, los CTO, CIO y CISO se preocupan de la integridad de los datos y la seguridad de las aplicaciones. ¿Qué tan segura es la nube? ¿Dónde están mis datos? ¿Cómo me pueden asegurar que mis aplicaciones van a ser protegidas? ¿Pueden los usuarios no autorizados acceder a mis datos confidenciales?
Ahora ¿porque estas dudas son permitidas? y ¿de dónde nacieron?
La computación en la nube provee a los usuarios y empresas numerosas capacidades de almacenamiento y procesamiento de información en centros de datos de terceros. Podemos identificar dos tipos de problemas de seguridad: a los que se enfrentan los proveedores de la nube (IaaS: AWS, Microsoft Azure, Movistar, etc. SaaS: DropBox, SalesForce, Gmail, etc.) y los problemas de seguridad enfrentados por los clientes (compañías y organizaciones que utilizan el servicio).
En el modelo tradicional, que consiste en poseer y administrar su propia infraestructura (“in-house”), la responsabilidad es al 100% de la empresa u organización. En el modelo de la nube, la responsabilidad es compartida.
El proveedor del servicio debe de asegurar que la infraestructura (desde el edificio físico hasta el servidor, la red y la consola administrativa) sea segura y que la información esté a salvo. Del otro lado, los clientes deben de tomar medidas para disminuir al máximo las debilidades de las aplicaciones y adoptar costumbres compatibles con un nivel de seguridad máxima (como contraseñas seguras y restricciones de puertos).
Elegir la nube es compartir el riesgo con un proveedor y renunciar al acceso físico a los servidores que almacenan la información. Los proveedores del servicio de la nube deben asegurar seguridad a través de chequeos realizados por los empleados que tienen acceso a los servidores físicos. Adicionalmente, los centros de datos deben de ser monitoreados contra actividad sospechosa.
Del lado del cliente, inculcar buenas costumbres es un reto, pero es esencial para garantizar un nivel de seguridad óptimo:
El usuario final tiene una responsabilidad, sabemos también que las aplicaciones son una de las primeras debilidades de un sistema informático.
Finalmente, la parte que corresponde al cliente es muy similar en una infraestructura “in-house” y en la nube. El cliente debe de aceptar compartir esta responsabilidad.
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